Historia del colegio

Las Hermanas Dominicas de la Anunciata llegaron Asturias a finales del siglo XIX. La Congregación abre, entre 1900 y 1910, varios colegios de Enseñanza Primaria. El primero de ellos en Sama de Langreo, en 1897, al que seguirán Ablaña, Ciaño, Bustiello y Ujo. También se asentarán en el litoral asturiano fundando un colegio en Navia y otro en Ribadesella.

FEFC-Oviedo-Colegio

En 1922, eran doce las comunidades de Dominicas en Asturias. Las hermanas se veían en la necesidad de desplazarse a la capital para realizar diferentes trámites. Como el viaje era largo y fatigoso, se veían obligadas a pernoctar en Oviedo, hospedándose en el convento de los Padres Dominicos, o en domicilios de personas amigas. Para evitar estas incomodidades, las Hermanas proyectaron abrir una casa en la capital, como lugar donde hospedarse en sus desplazamientos a Oviedo. En octubre de 1922, la Madre General de la Orden logró del Obispo la autorización. La Congregación alquiló una vivienda en la plaza San Miguel nº 2, a los Señores Fierro.

 En 1923, se instala la primera Comunidad, integrada por cuatro Hermanas. El convento que nace como una casa de hospedaje para las Hermanas, se convertiría en un centro de enseñanza a petición de algunas familias, abriendo, en mayo de 1923, una clase con dieciocho alumnas. En octubre de ese mismo año, se abre oficialmente el colegio con un total de treinta alumnas, trece de éstas en régimen de internado. Al finalizar el curso el número de alumnas se había triplicado. Debido al aumento de demanda, las Hermanas alquilaron, en febrero de 1925, una casa con extensos jardines en la calle Pérez de la Sala. Allí trasladaron la enseñanza de las alumnas externas que ya ascendían a ciento veinte, quedando la casa de San Miguel para servicio de las veinte Hermanas de la Comunidad, las internas y las medio pensionistas.

Ese mismo año de 1925, la Comunidad compró los terrenos que rodeaban la casa alquilada en Pérez de la Sala, e inmediatamente se encargaron los planos para el nuevo colegio. El 26 de mayo de 1927 se colocó la primera piedra asistiendo a la ceremonia las principales personalidades de la ciudad. La inauguración tuvo lugar el 7 de abril de 1929.

El 30 de septiembre de 1939, el Ministerio de Educación Nacional, reconoce al colegio Dulce Nombre de Jesús como centro de Enseñanza Media, quedando organizados los estudios de Bachillerato bajo la dirección de las Hermanas y con profesorado seglar.

Será en las décadas de los años 1950 y 1960 cuando el colegio conocerá la época de mayor transformación. Se produce un aumento continuo del número de alumnas, el área de influencia del colegio supera las zonas urbanas y se adquiere un autobús escolar. Se construye la Iglesia en un solar contiguo, se arreglan los patios, se hace una cancha de baloncesto, se amplía el colegio y se construye la residencia de estudiantes, a la que se otorga la categoría de Colegio Mayor en 1954.

En 1967 se inician las obras del salón de Actos.

Al impartirse todas las enseñanzas desde Preescolar a Preuniversitario y, debido a su buena dotación, el colegio fue clasificado como centro de primera categoría y durante el curso 1985 – 1986, se le concede el Concierto Pleno. En el curso siguiente, se implanta la coeducación, con la admisión de veintisiete niños en las enseñanzas de Preescolar.

En los últimos años, se han realizado mejoras en las instalaciones y en el equipamiento del centro, se dispone de unas instalaciones modernas con todos los recursos necesarios para impartir una enseñanza de calidad y una formación integral basada en los valores cristianos.

Un edificio singular

El conjunto está integrado por colegio, capilla, salón de actos y colegio mayor con estilos arquitectónicos diferentes, obra de dos arquitectos muy representativos en Asturias: Julio Galán Carvajal (arquitecto municipal) e Ignacio Álvarez Castelao.

El proyecto original, que fue reformado, se presenta en 1927 y es inaugurado en abril de 1929.
El colegio es un edificio clásico, volumétrico, macizo, que encaja en el concepto Modernista del arquitecto Julio Galán y su evolución hacia formas decorativas más sintéticas. Se ha mantenido casi idéntico resistiendo a los cambios de la zona circundante siendo un punto de referencia de la ciudad.

En la década de los 50 se encarga al arquitecto Ignacio Álvarez Castelao la capilla, el salón de actos y años más tarde el colegio Mayor de Santo Tomás de Aquino.

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